Tiempo de cosecha, de madurez. Tiempo de dar gracias por todo lo que hemos cosechado, por la fertilidad de la tierra. Tiempo de recoger, guardar y atesorar lo que necesitamos para invernar. Sentimos los olores del otoño, los colores más fuertes, verdes y azules más oscuros. Tiempo de equilibrio entre luz y oscuridad.
También es tiempo de introspección, de contemplación, de estar quietos, de pensar, soñar, de observar nuestras propias sombras, nuestros propios temores y miedos. Es la estación para prepararnos para el invierno, cuando la tierra descansa, o—como dice la gente Mapuche—cuando la tierra duerme y sueña.
Tiempo de abrazar la oscuridad que viene, aceptar que la desintegración es parte del ciclo de la vida, y dejar ir lo que nos ha servido, pues ya es tiempo de soltarlo…
Escuchando…
Un salmo para las estaciones de vida de una mujer (u hombre)
Juventud
Celebro mi juventud
La espontaneidad de la niñez
La inocencia
El crecimiento que se puede ver, los saltos repentinos,
Como una planta que estrecha sus ramas y hojas hacia el sol.
Celebro la curiosidad y la exploración de la niñez
El espíritu lúdico, los juegos
Mi niñez que sueña y desea, mis mundos imaginarios.
Celebro la cercanía con la naturaleza, los lazos con los animales
Y con todas las criaturas de la tierra.
Doy gracias por aquellas personas y experiencias que nutrieron estos dones en mi.
Y lamento los lugares y tiempos cuando estos dones
Fueron destruidos y aplastados en mí
Por explotación, abandono o abuso.
Llegando a la mayoría de edad
Celebro mi crecimiento
Y el poder de las mujeres a través de los siglos,
Eones de tiempo
–poder de serpiente—
El poder de dar a luz y nutrir
El poder de soñar, imaginar y crear
El poder de sanar
El poder de hablar
El poder de saber y recordar.
Celebro mi capacidad de conocer a fondo las artes de la civilización,
De construir y preservar y organizar
De manejarme en la poesía y la ciencia, la tecnología y las artes
De iniciar y liderar
De desafiar y confrontar en actos de coraje
De preservar y perseguir la justicia y la verdad.
Doy gracias por todas estas experiencias
Que me han permitido reclamar mi poder,
De forjar un destino
Y lamento todo aquello que atrofió mi poder o me mutiló
Como un árbol bonsai.
Madurez
Celebro mi llegada a la madurez
Las elecciones que he hecho, el camino que he escogido.
Visito con alegría y humildad, los frutos de mis elecciones,
Tanto los amargos como los dulces.
Celebro los pactos que he hecho, mi fidelidad a las promesas,
Aunque el crecimiento y la sobrevivencia de mi propia alma
Me llamaron a otra parte.
Celebro mi música, mi canto, mi don creativo al mundo
Y la pasión, el celo y la dedicación con que llevé mi rol.
Celebro todo eso que llevó amor a mi vida,
La bendición del parentesco
Los lazos que trascienden el tiempo.
Y lamento y perdono todo aquello que se ha perdido.
Pasaje en la mitad de la vida
Celebro mi viaje espiritual
Aunque me haya llevado lejos de casa,
Cruzando fronteras,
A enfrentar la diferencia, en otra/o, en mí misma
Aunque me haya llevado a las profundidades y límites de mi propio ser.
Acepto lo destripador, lo doloroso, lo negador de este descenso.
Acepto la soledad, el abandono, la oscuridad de esta cueva.
Hago amistad con la Sombra que descubrí allá.
Celebro mis heridas, y mi recuperación.
Honro el camino que me escogió cuando volví.
Llegando a vieja
Celebro el vestido de plenitud que se está tejiendo de mi vida,
Disfruto estar sentada en la tienda de lo Santo.
He abandonado el propósito de perfección y la cima de la montaña,
Paz y armonía están sentadas en mi mesa.
Cálidas fuentes derriten las gélidas dicotomías “o esto—o aquello”
Que tantas veces habían dividido mi alma en el pasado.
Celebro el balance y el punto de quietud,
La despreocupación y la tolerancia que contienen mi alma.
Bendigo mi poder de mantener los opuestos en tensión,
De darle la bienvenida a todo, perdonar todo, incluso a mí misma.
Tengo aprecio y honor a la sabiduría que es mi don,
Visto el manto de la vieja
Diariamente tomo el dolor como si fuese un té,
Mi cuerpo se va separando como hojas en el otoño.
Pero dentro de eso hay primavera,
Mi espíritu es verde y libre.
Me pertenezco a mí misma, a todas las edades y a la tierra.
Estoy volviéndome una con el todo.
Honro mi vida, y haré amistad con la muerte
~Madonna Kolbenschlag, HM