Reflexiones sobre sostenibilidad activista, por Soledad Acevedo

A propósito de la invitación a participar al Encuentro Abierto Carreteras Activistas: Conversatorio “Sostenibilidad Resistencia y Placer” organizado por Fondo Alquimia (Santiago 30 Marzo, 2017)

Soledad, Qué ha definido políticamente tu activismo?

No tengo muy clara la división entre identificarme con el feminismo, decirme feministas y ser activista feminista… creo que el activismo se desarrolla de muchas formas, a menudo creemos que ser activistas es solo estar en las calles, y esa forma de activismo es entretenida, desafiante y la que más me/nos gusta o conocemos; pero también creo que una profesora feminista en su sala de clases hace activismo, una dirigente consciente hace activismo en las asambleas y reuniones, una feminista que es madre hace feminismo o eso debiera según yo, ahí hay una responsabilidad… la  agitación y la formación político-feminista también es parte del activismo… el relacionarnos amorosamente ES activismo! Personalmente, me gusta estar mucho en las calles, pero también me gusta aportar y aprender en espacios formativos, también he desarrollado mi faceta de “acompañante” con mujeres que deciden abortar, con mujeres que están intentando salir de una relación violenta, acompañar a grupos de mujeres a organizarse, colectivizar sus objetivos…

¿Qué elementos de resistencia, sostenibilidad y placer tienen tus activismos? 

Resistencia… buuu las he querido hacer todas, resisto desde mi maternidad, resisto en mi relación de pareja, resisto frente a la sociedad, las personas, el sistema facista, racista, misógino-machista… Intento y trabajo todos los días para relacionarme de otras formas, construir otras formas.

Sostenibilidad. El querer hacerlas todas, me ha enseñado que parte de ser activista, de estar en permanente hacer, es cuidarse de lo contrario duras nada… la frustración, el agote (burn out), el desánimo te llega a enfermar, tu cuerpo resiente y nos cuesta escucharlo en este afán de hacer. Ha sido para mí un aprendizaje estar mayormente conectada con mi cuerpo, con las señales, compartir y aprender de compañeras y organizaciones que trabajan desde el eco-feminismo (con-spirando), que rescatan la corporalidad, la espiritualidad… Por mi trabajo en aborto (acompañando y en el seguimiento y mesas sobre el tema) he aprendido a que no todo se responde… a no actuar reactivamente, si puedo decir que algo bueno me ha dejado la relación con los grupos antiderechos de las mujeres: es a aprender a cuidarme frente a su contante provocación…. Hay que dejar pasar, y ceñirse a nuestros propios objetivos y no seguir sus “agendas”: yo defiendo y trabajo la libertad y el derechos a decidir y por ahí voy!

Placer/Goce. Paso por etapas, creo que no me cuesta mucho porque me defino como hedonista, pero si siento que debo trabajar más en ello porque lo que me cuesta es separar/disociarme… todo el rato está actuando en mí el pensamiento crítico, entonces no sé si es tan puramente placentero o no sé si deba separarse del todo, no lo sé… Me gusta compartir con mis amigas, me encanta compartir con mi hija en algunos de estos espacios porque aprende desde la faceta del feminismo más lúdico, con otras… también me es placentera una “reunión” política o para organizar algo que no sea tan rígida… en una plaza, terminando en un boliche, tallas entremedio… otras conversas también. Los encuentros con otras feministas me gustan mucho, me gusta estar entre mujeres, me es cómodo. También tejer, fumarme un pito, danzar, un buen trago…

 

Reflexiones de mujeres activistas y defensoras en Mesoamérica convocadas desde le proyecto “Sonidos de la caracola” y colaboradoras del Fondo de acción Urgente (FAU).

El llamado a las mujeres para un proceso de dos años en que distintas mujeres activistas participaron para construir conjuntamente estrategias de sostenibilidad y autocuidado en la labor de defensoras y activistas, a través de la pregunta inicial: ¿cuáles son las medidas individuales y colectivas que nos sirven para sentirnos protegidas, cuidadas y seguras? Se abrió el camino…

En los documentos Del poder personal al poder colectivo un camino hacia el activismo sostenible (FAU, Colombia 2015) y El poder para la construcción de un activismo sostenible de las mujeres defensoras de los derechos humanos y bienes universales en américa latina (Ospina Murillo, Luz Stella, FAU, Colombia, 2013) podemos encontrar las reflexiones, caminos del proceso y síntesis recogidas de este proceso, a continuación algunas ideas y reflexiones:

Qué respondieron las mujeres respecto de las expresiones de poder  descritas por las mujeres participantes: manipulación, desconocimiento de lo que la otra hace, sometimiento, poner frenos, barreras, imponer para que la reconozcan, usar las indirectas para conseguir las cosas…

Por qué sucede según las participantes: se encuentra en unas que se hace de manera intencionada como estrategia; en otras que son manifestaciones inconscientes ya sea por miedo o inseguridad. Las respuestas que asumen las mujeres ante estas situaciones son: demostrar que sí puede, rabia, pérdida de confianza, quedarse calladas, mostrar sin pelear, verse en el espejo, chismes…

De nuevo estas respuestas lo que hacen es aumentar la carga emocional y afectiva, la desconfianza y el miedo hacia las otras, aspectos que aunados a las medidas de control establecidas por el sistema, son dispositivos –planeados o espontáneos-  para mantenernos separadas, aisladas, desmovilizadas.

 

QUÉ BUSCA LA CARACOLA[1] (el llamado): Ofrecer a las activistas un renovado sentido de esperanza y de posibilidad – con una visión personal de formas para continuar activas, seguras, bien y equilibradas; así como activar todas las estrategias de protección, cuidado, auto-cuidado y bienestar individuales.

El contexto:

  • recrudecimiento de las condiciones de seguridad y protección de las activistas en la región,
  • la reiteración de casos de activistas que van de un lado a otro y cada vez están en más riesgo, tanto de seguridad como de condiciones físicas, emocionales, económicas, de salud;

“… la sostenibilidad del activismo de las mujeres en condiciones de bienestar, bienvivir, y fortalecimiento emocional, espiritual, político y cultural, tanto a nivel personal como de sus propias organizaciones”.

La labor de defensa de los Derechos Humanos de las mujeres en América Latina se realiza en desafiantes situaciones de feminicidio, indefensión, amenazas, riesgos para sus familias y sus seres queridos, enfermedad, tristeza y la muerte de sueños, en medio de múltiples violencias, de exclusión socio-política y de penuria económica, los cuales a través del tiempo, se redibujan, pero no se desvanecen, ni disminuyen. Igualmente en medio de su insistencia y persistencia.

 

La pobreza y la desigualdad como fondo general; la corrupción a todos los niveles de gobierno; sistemas jurídicos inoperantes cuando se trata de violencia contra la mujer; la inserción del narcotráfico en varias esferas de la vida con su dinero, armas, capacidad de corrupción y humillación de las mujeres; el desplazamiento y migración forzados; la presencia de compañías extractivas y las violaciones de los derechos de las mujeres a un territorio y a un medio ambiente sano; la presencia continua de elites políticas a quienes les sirven altos niveles de violencia; las violencias de conflictos pasados no tratados, no sanados y no resueltos, y por tanto, repetidas;  la reproducción de violencias contra las mujeres culturalmente sancionadas, sobre todo en contextos de conflicto armado y aumento de los fundamentalismos; los ataques constantes contra la comunidad LBTTI; y el machismo radicalmente instalado y evidenciado en la violencia sexual, empujan a las mujeres activistas de continuar sus luchas por la dignidad de todos los seres humanos.

 

¿QUÉ NOS SUGIERE ESE SONIDO DE LA CARACOLA?

Revisar juntas las concepciones, los estilos de vida, los imaginarios e imperativos culturales; las prácticas que reafirman posiciones y lugares del sacrificio, la inmolación, la salvación, y con dificultad de ocuparse de sus propias necesidades físicas, emocionales y espirituales;

Poner en la conversación preguntas alrededor de ¿Cómo re-situar valores como la solidaridad y una ética de la corresponsabilidad sin que las mujeres se invisibilicen o se magnifiquen en el sacrificio, la inmolación, la victimización? ¿Qué es lo que impulsa a una mujer activista a exponer su vida hasta perderla, a mantenerse en una posición heroica? ¿Dónde está su límite, su sentido de cuidado y protección por su propia vida?

Activismo Sostenible: Poner una hebra, en medio de algo tan cotidiano, sencillo y a la vez complejo de hablar, y escucharnos entre nosotras y con las otras, cuando estamos pensando y actuando en el sentido de nuestro activismo.

  • Promover y expandir nociones asociadas con la sostenibilidad desde los procesos y métodos de protección desarrollados por las mismas defensoras de derechos humanos, clarificando el papel asignado al auto cuidado, así como los límites entre lo individual y lo colectivo;
  • Nombrar las afectaciones e implicaciones del miedo, la desolación, la soledad, el resentimiento, la angustia y el estrés en la vida personal y colectiva, resultantes del trabajo de las mujeres que defienden y promueven los derechos;
  • Hacer esfuerzos de reconstrucción de la propia subjetividad;
  • Reconocer el precio potencial a pagar en algunos casos y cómo reducir sus riesgos; los momentos de retirarse, de avanzar, de abandonar algunas actividades causantes de riesgos innecesarios;
  • Reconocer el poder de la confianza, la comunicación y el diálogo transparente como una ética de cuidado y corresponsabilidad, así mismo los retos relacionados con la cooperación y la solidaridad entre las mujeres y poder nombrar la desconfianza, la competencia y las acusaciones que producen situaciones de “terror” dentro de las organizaciones de mujeres, analizando la necesidad de propuestas para promover la reconstrucción de vínculos y lazos primarios, así como lugares seguros para las mujeres dentro de las organizaciones;
  • Hacer un análisis crítico del ejercicio del poder y distintos modelos de liderazgo dentro de las organizaciones de mujeres como nexo importante en la discusión del auto cuidado y la sostenibilidad a largo plazo del activismo;
  • Articular y valorar la variedad de estrategias utilizadas por las Defensoras de los Derechos Humanos, muchas de las cuales son intuitivas e inconscientes;
  • Revisar el efecto de los recortes económicos para el trabajo de las mujeres por los derechos humanos y las consecuencias para su bienestar, su trabajo por los derechos humanos y para la sostenibilidad del activismo de las mujeres.

 

Construir juntas un tejido, un espacio en red de mujeres y/u organizaciones que le apuestan a estas conversaciones. Aspiramos a que se enriquezca la experiencia en procesos de acompañamiento en seguridad y protección integral con y entre las mujeres.  De esta manera, poder construir y enriquecer conceptual, filosófica, intuitiva y experiencialmente las iniciativas para un ACTIVISMO SOSTENIBLE con mujeres-activistas-defensoras de derechos humanos de las mujeres en cada país participante.

 

EL PODER Y SUS MANIFESTACIONES

Nos interesa abordar el poder en las dos acepciones en las que nos las encontramos en la vida; de un lado la convencional, como expresión asimétrica de las relaciones sociales, de control sobre otros, dominio, subordinación asociado a la masculinidad y como clara evidencia de la cultura patriarcal presente en la vida de la humanidad y que se reproduce en los diferentes ámbitos.  La otra acepción, asociada a la ”…afiliación,  a la feminidad.  “…la definición gilánica del poder como capacitante  -el poder de dar y crear tan característico del antiguo ethos solidario…”

1  El Poder Personal. Se trata de ocuparse de los dolores, de los miedos derivados de esta historia de las mujeres, de los traumas ocasionados por las violencias, de escuchar y reconocer el poder interno que impulsa los sueños, las emociones, las acciones y ayuda a reparar en su propia vida el daño ocasionado.

Se trata de recuperar el sentido y el valor de la palabra compartida, como uno de los referentes simbólicos por excelencia que aún nos queda ante la barbarie. De ocuparnos de nuestra creatividad para ser y hacer activista, reconociendo los propios límites y lo posible en lo imposible, porque no siempre podemos intervenir, ni controlar lo que pasa a nuestro alrededor.

2  El Poder de lo Colectivo. Esta construcción y relevancia en lo colectivo pasa por la autorización mutua, por revisar nuestras maneras y traer de nuevo a escena lo “personal es político” como la brújula de nuestra carta de navegación.  En ese marco podemos darle sentido y lugar a la cooperación, la solidaridad, no como deberes, no como ideales, sino como una posibilidad en el día a día.  Esta es una decisión que pasa por el proceso personal y de quien deja de ver la diferencia como amenazante, como descalificación, como ataque personal.

Recuperar y/o ganar la confianza, fortalecer las redes sociales  son requerimientos básicos para el ejercicio del poder colectivo y para garantizar un activismo sostenible.

3. El Poder de lo Institucional. La mayoría de las activistas hacen parte de organizaciones. Por esta razón, es tan importante reconocer que hacemos parte de una organización, que nuestras acciones u omisiones pueden generar riesgos a la organización; que los planes y las acciones de cuidado y protección pasan por la organización, en tanto soy orgánica y partícipe de una instancia colectiva. Asumir claramente esa posición puede contribuir a la propia protección.

De otro lado, en la responsabilidad de las instituciones, apoyando a las mujeres defensoras con sus experticias, recursos, y afectos, queremos conversar al respecto de ¿cómo se están impulsando, realizando y evaluando los procesos de toma de consciencia y empoderamiento sin llegar a posturas heroicas, de inmolación y en las que se reproducen prácticas patriarcales? ¿Qué promoción de políticas se viene haciendo en el interior de las instituciones,  en las agendas de la región y locales para ganar condiciones dignas de vida en el ejercicio pleno de la ciudadanía y el disfrute amoroso en medio de la adversidad?

 

El poder con

El feminismo ha promovido un poder compartido  -poder con-  que hace referencia a la reciprocidad en las relaciones. Ese sería un propósito, crear un mundo donde celebremos y compartamos nuestros lazos comunes y nuestras diferencias. Donde reconozcamos ese intercambio mutuo.

El poder “con” es la amalgama de poderes personales que buscan aportar a la colectividad sin anularse en dicho ejercicio. Esta interdependencia requiere hacerla consciente al interior de las organizaciones y colectivos.  La construcción y relevancia de lo colectivo pasa por la autorización mutua, por revisar nuestras maneras de relacionarnos, de valoración cotidiana.

La posibilidad “con” es reconocer en mí y en la otra la habilidad, la capacidad y el poder; lo que nos permite crear confianza y cooperación. Cuidar de una misma y de las otras permite redimensionar las propias experiencias y resignificar los vínculos entre nosotras. Las relaciones entre nosotras, en este sentido, pueden ser una fuerza vital que sana, crea, y construye.

Reconocer lo que hemos conquistado las mujeres con otras o a partir de otras (memoria), nos puede ayudar a la entrega y recepción de los  acumulados polÍticos feministas, como abrirnos a una actitud generosa que nos lleve a cuidarnos entre nosotras como condición política para la vida.

Del feminismo aprendimos que el reto primero es el de transformarnos a nosotras mismas. Por lo tanto, la invitación es a que impregnemos nuestro activismo con nuevos sentidos, no como deberes, no como ideales, sino como posibilidades en el día a día.

[1] Sonido de la Caracola: Conversaciones por un activismo sostenible de las mujeres defensoras de derechos humanos de américa latina- FAU; Ospina Murillo, Luz Stella, Colombia 2012.

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