Entender la interculturalidad a paso de danza
O rescatar el aspecto inédito de la posibilidad de integrar la interculturalidad a través de la danza
Escrito por Inés Pérez Cordero*
Presentación
Manuscrito construido a partir de encuentros interculturales en UCT, durante los años 2014 2015, y donde se contó con la presencia de hombres y mujeres del mundo mapuche y académico, y profesionales vinculadas y vinculados al Instituto Estudios Teológicos de la universidad, estos encuentros procuran abrir espacios de dialogo entre las cosmovisiones presentes en el territorio de la araucanía, produciendo diálogos, desde el escucharse mutuamente. Ahí en el desarrollo de este encuentro, existió la posibilidad de realizar la experiencia de hacer danzas circulares, las cuales son una propuesta de danzar en comunidad tomadas/os de las manos, con la indicación de una persona que hace el rol de focalizadora. La reflexión que me surge es como a través de la danza vivimos-integramos una sensibilidad nueva para percibir este “grito de la diferencia”, no se trata de “enunciar” características de cómo entender lo distinto, sino de un entendimiento que supone primero reconocer, haber sacrificado la riqueza de la diversidad en aras de un dualismo jerárquico y excluyente, no solo en la religión, sino en varios ámbitos de la vida, como lo son por ejemplo: en lo académico, en lo laboral, lo familiar, etc; y en segundo lugar, transmitir, recibir y vivir la buena noticia de sabernos diferentes, querernos distintos; y que a veces pareciera estar fuera del espacio de la academia: una invitación a integrar en nuestra vida lo diferente, con otro camino.
Que tu Espíritu sea danza que inspire el caminar,
que tu Espíritu sea aliento que convoque a la unidad;
que tu Espíritu arrase con la uniformidad,
que tu Espíritu se mezcle con nuestra humanidad;
(Extracto canción “Espíritu”, Cecilia Rivero, rscj)
Coloco estos versos de una canción que hace mucho escucho, que me parece que acerca al sentido de entender lo distinto desde una óptica distinta. Coloco en movimiento una interpretación que podría ser inédita, recoger la experiencia de danzar para entender la interculturalidad, pero no lo es, puesto que en este encuentro recojo y confirmo lo que después de muchos círculos danzados, luego de tomar las manos a muchas personas danzando en distintos lugares al son de distintos tipos de músicas; africana, hindú, turca, hebrea, aimará, entre otras; se ha instalado en mí, como sentido común.
Para apreciar el aporte desde las danzas circulares en este sentido, creo importante decir precisamente lo que son: son rondas de personas tomadas de las manos con pasos sencillos realizados al mismo tiempo danzando al son de músicas tradicionales, folklóricas, rituales, de meditación, incluso algunos coreógrafas/os de danzas circulares han coreografiado danzas con músicas contemporáneas, marcando un centro del espacio donde se danza a partir de las indicaciones de una persona que hace el rol de focalizadora, no corresponden a círculos de personas que ensayan juntas/os para una presentación, sino que lo hacen de acuerdo a la invitación que hace la persona que focaliza; no son académicas, de hecho no existe en el movimiento de Chile un lugar donde las que focalizamos nos formemos, por lo tanto tampoco son institucionales, mucho menos jerárquicas, solo consiste en tomarse de las manos en un círculo, donde alguien quiere enseñar una danza y otras/os quieren recibir. La esencia que proponen es colocarse desde un espacio distinto, democrático, horizontal y desde nuestros cuerpos rescatando así, el encuentro más simple de la humanidad como es el encuentro en el círculo, el que en otros momentos de la historia de la humanidad era lo más innato, lo más natural juntarse a danzar alrededor de un fuego o de un árbol sagrado, para conversar, celebrar…
Desde este espacio, se propuso ir integrando la interculturalidad de forma abierta, simple y natural, despojadas/os de la forma intelectual que nos enseñaron a aprender: solo desde el propio sentir cuando danzamos, a partir de nuestros cuerpos, reconociendo tres momentos: los cuerpos, los vínculos, y la Buena Noticia; y desde cada uno de estos visualizar la posibilidad de integrar la tolerancia para las diferencias.
Fotografía: Danzas Sagradas circulares Sagradas Chile (GAM), Juliet Susy Cárdenas López.
LOS CUERPOS
Siendo el cuerpo la frontera de nosotras/os mismo/as con el mundo, y reconociendo que en nuestra cultura este ha sido invisibilizado, tomar conciencia que algo ocurre en nuestro propio cuerpo pasa a ser el primer y fundamental espacio para ir sintiendo la diferencia, en la danza, cada cuerpo, porta memorias y condicionamientos distintos, lo que nos hace interpretar de manera diferente lo que en el ocurre. Vamos al momento de tomarnos las manos: ahí nuestra biología más instintiva opera, podemos recordar que pasan sensaciones en distintos planos, las historias que cada una/o portamos en nuestros cuerpos, proviniendo de distintos espacios territoriales y culturales, podríamos decir que no es nada más que la vida misma palpitando en ese círculo, esta nos va integrando en la corporeidad del otro/a, nos ponemos mas alertas ya sea por seguir el paso, la música que oímos, no pisar al o la del lado, seguir el pulso de la danza, mirar el movimiento interno que se produce, sentir la música, en fin, nos hace estar pendientes, estar presente a múltiples estímulos en nuestro cuerpo. Así, el otro/a está presente en mí, a través del gesto básico de tomarnos las manos, de esta forma, intuitivamente y sin querer empezamos a entendernos con otras/os, mediante la producción de diversas sensaciones, tanto a nosotras/os mismos como también a ese otro/a, cada cual porta registros en su memoria corporal, que se colocan en juego en ese momento, por lo anterior ocurre que al danzar a veces no nos gusta, porque nos produce sensaciones que, por no conocer, me asustan, claro, ya que integrar lo distinto es abrirse a lo incierto, a lo desconocido, este momento es la puerta desde la cual entramos a una casa distinta, solo con la disponibilidad que también coloca la otra u otro en darme la mano. Esta apertura corporal, aunque a veces no es consiente, sería el primer paso para ir integrando lo distinto.
En esta experiencia de danzas circulares no se contó con un instrumento objetivo para recopilar las experiencias vividas, por lo cual solo registro en estas líneas lo que se comentó en espacios luego de la experiencia, y es que la danza con todas y todos produjo no solo el movimiento descrito desde el cuerpo conectados con otras/os, sino también en la interioridad, reconociendo nuestro primer otro: nosotras/os mismas/os. Párrafo aparte, o articulo separado deberíamos ahondar en esta parte, la experiencia; que corresponde a lo que las personas denominaron: orar con el cuerpo, en síntesis sería reconocer que en nuestro cuerpo se activa la disponibilidad a sentir, mirar los movimientos internos como un dialogo con nosotras/os y desde ahí el dialogo con lo que cada uno y una identifica como el Ser trascendente, sea cual sea el nombre que le da, produciendo una oración que se crea desde la intimidad, desde lo que somos.
LOS VINCULOS
Si continuamos explorando nuestro registro cuando danzamos en este encuentro, luego de tomar conciencia del otro, se produce una nueva energía, se podría decir una nueva presencia, que no es más una interacción entre todas estas tramas personales, que primero se da en el plano físico, puesto que al danzar simultáneamente ocurre un fenómeno de sincronicidad de las ondas cerebrales de las/os que comparten ese espacio, y cuya energía ocurre muy específica para cada danza. Esta circula en torno al mismo círculo, la podemos sentir, explorar, vivenciar junto con simbolizar, no sólo un instante del paso en la danza, sino también podemos mirar el movimiento interno que nos genera, las interpretaciones de cada paso desde otra cultura y todo lo que expresan los gestos y movimientos.
Entonces cuando vivimos este círculo de danzas podríamos decir que este nos invitó a compartir otra cultura, a estar en los significados que sentimos, se expresan, y que podemos mirar esta energía nueva desde esa Presencia que logramos ver, y que muchas veces no es solo una interpretación momentánea, sino tienen un registro en nuestra memoria ancestral, es decir, nuestro cuerpo activa de algún modo nuestros linajes, nuestro cuerpo “recuerda” la energía que ahí se produce, de algún modo opera el conocimiento ancestral que llevamos en nuestros cuerpos. Aquí se podría decir que está lo inédito, que mas bien está en explicitarlo, y cuando hablo de este aspecto, ya mencioné que no es por ser desconocido, sino porque cambia el foco de la fuente del entender, esto no se escucha con los oídos, sino en el cuerpo en lo más íntimo, el corazón, las entrañas, no es verbal sino un todo presencial, la danza entra en este espacio como algo alternativo a lo conocido, a lo esperado; es poco común en nuestra cultura, entender desde los propios movimientos, los sentidos, desde el cuerpo, desde los gestos, los que son universales y ancestrales, las letras de la música, la sangre fluyendo, la memoria viva activada en ese momento, podríamos decir que se pone en dialogo todo esto que constatamos, estas presencias “de culturas que nos habitan”.
En el encuentro se produjo un vínculo muy profundo, sea que nos incomodó o que nos regaló momentos de conexión con la religión judía: una danza de una oración judía con la que se abrió un debate entre algunos, de lo que nos pasa cuando expresamos algo con el cuerpo, que antes hemos declarado solo con palabras, ahí en ese cambio de forma de orar en comunidad, está también lo original.
LA BUENA NOTICIA
Como la Buena noticia, propongo mirar la propuesta de entender las interculturalidades a paso de danza, abrirnos a integrar la presencia registrada en la ternura y valentía comunitaria de tomarnos las manos y producir lo antes señalado, y que en esos nuevos registros adquiridos dejemos, como dice Galeano “ que nos broten personitas”, que yo interpreto, es entender que todas y todos somos uno y una en un círculo, y en la historia personal y de la humanidad, abrirnos a regalarnos, a donarnos, dejar que estos brotes sigan su curso de forma espontánea, así como nunca nadie le enseña a un brote a ser luego un árbol o una planta, nosotros permitir que esas presencias crezcan en nosotras/os, ésta es la buena noticia de la danza, dejar fluir, solo ahí en nuestro cuerpo para que se amplié a lo comunitario, y que el círculo crezca y haga su trabajo de reciprocidad, y nosotras/os disponernos a integrar que la presencia del otro y la otra me habite y habitarlo, comprendiendo a la interculturalidad como un grito de la diversidad, ya no solo como un juego de relaciones entre una cultura y otra, sino la presencia de la diferencia viva integrada desde los cuerpos.
La invitación que hago es a entender la interculturalidad en estas tres hebras que se tejen durante las danzas circulares; cuerpo, vínculo y la buena noticia, urdiendo un tapiz de manera comunitaria y única en este encuentro. Para concluir ofrezco la experiencia que vivimos con Francisco, un joven mapuche, que nos trajo la cosmovisión de su pueblo, en un relato tan profundo y vivo, que pudimos sentirlo, percibirlo, casi diríamos que había una presencia cultural vivamente presente y palpable en cada palabra del muchacho, así, es como quiero que se comprenda la experiencia que deja el circulo danzante, desde tomarse las manos, sentir la presencia del otro/a, percibirla y vivirla en la alegría que nos conecta con lo que somos como humanidad y que posee una ternura única, es horizontal, y sobre todo integradora.
*Profesora, Educadora, Facilitadora de Danzas Circulares.