Las marchas de las mujeres—una muestra pracrtica de las espiritualidades feministas
Por Mary E. Hunt, teóloga feminista
(resumida por Judith Ress)
La marcha de las mujeres que tuvo lugar en Washington DC el 21 de enero, el día después de la Inaguración de Donald Trump como Presidente, fue la más grande en la historia de los EEUU. Pero lo asombroso fue que habian marchas en todas las grandes ciudades de los EEUU y en todo el mundo donde gente comun y corriente—en su mayoría mujeres—han salido a la calle para expresar su solidaridad con la marcha en Washington.
Según Mary, la gente que congregaban ese día por todo el planeta fueron personas muy diversas que mostraban su buena voluntad, su creatividad y su compromiso hacia la justicia social—y su deseo de estar juntas en esta lucha. “Había un conjunto de mujeres y hombres, de jovenes y viejos que simplemente tenía que responder con nuestros cuerpos a las ideologías de odio y exclusión que marcaban la campaña de Trump.” Esta multitud estaba presente para frenar la ideología “America primero” y la codicia como motores del desarrollo.
Lo que convocaba la gente no fue ningún dogma o doctrina, sino una visión y una esperanza que está siendo encarnada en formas diversas, pero inspirada en el compromiso de hacer justicia. “Las marchas fueron expresiones de valores y compromisos que están compartidos más ampliamente, abrazados más profundamente, y manifestado con una diversidad mas grande que no nos hemos dado cuenta antes. Esta sorpresa nos dice algo sobre nuestra necesidad de proclamar y amplificar y publicitar los valores espiritualies feministas en todo su complejidad”.
Por lo general, las que marchaban estában afirmando valores, como la salud para todos, colegios de calidad, agua potable, viviendas adecuadas, trabajo digno. Había un grito comun contra la guerra y la tortura, contra el racismo y el nacionalismo. El cambio climático estaba reconocido como un hecho: tenemos que buscar maneras sostentables de vivir. Nunca jamás gente “diferente” como la comunidad LGBTIQA o los inmigrantes serían considerados “outsiders”.
Como dice Mary, “estas marchas concentraban en las barreras estructurales que tienen que ser eliminadas para una participación plena. El asunto fue sobre que clase de mundo quieren los adultos regalar a sus hijos y nietos—y que clase de mundo van a poder regalar estos niños a sus propios hijos y nietos. Sencillamente, no hay un solo asunto que va a determinar el futuro. Sin embargo, todos y todas condicionamos el perful de este mundo—y quienes van a sobrevivir para habitarlo…. Vivir con diversidad que incomoda es la marca de una espiritualidad feminista que abraza una visión compartida del florecimiento humano y armonía cósmica”.